Jardines extraordinarios
No hace falta ser un fanático de los árboles y las flores para apreciar lo que un jardín puede aportar a una propiedad que lo cobije. Un vergel en cualquiera de sus manifestaciones siempre proporciona belleza y buenas sensaciones; sobre todo, si ha sido diseñado con gusto y se cuida con esmero. Un valor que se ha incrementado todavía más después de la pandemia.
A lo largo de los siglos los jardines han formado parte de la historia. Nacidos de la necesidad humana de acercar las casas a la naturaleza, tal y como insinúa el origen etimológico de la propia palabra (huerto cercado), habitualmente se les ha considerado como lugares para la relajación, el deleite y la reflexión.
Una de las referencias más antiguas son los Jardines Colgantes de Babilonia (s. IV a.c.), a orillas del Éufrates, que solo conocemos por testimonios escritos pero que por su magnitud y esplendor están considerados una de las Siete Maravillas del mundo antiguo.
Son muchos los ejemplos de jardines históricos espectaculares que todavía podemos disfrutar. Pasear por Versalles es una auténtica delicia que nos traslada a tiempos de María Antonieta. Construidos por orden de Luis XIV, el Rey Sol, en 1661 y diseñados por el famoso paisajista André Le Nôtre, estos jardines fueron tan importantes como el propio palacio y tardaron más de 40 años en completarse.
Sobre una antigua cantera
Los Jardines Butchart en Canadá llevan más de 100 años cautivando a los visitantes con su exuberante vegetación y coloridas flores. Jennie Butchart logró crear, sobre una antigua cantera de piedra caliza en la que antes su marido fabricaba cemento, un fabuloso y frondoso regalo para la vista, reconocido a nivel mundial tanto por su tamaño como por su belleza.
El Jardín Botánico de Brooklyn (Nueva York) es otro magnífico ejemplo. Incluye un jardín acuático, otro de tipo inglés que contiene las plantas que aparecen en las obras de Shakespeare, uno de fragancias para las personas con discapacidad visual y un excepcional jardín japonés plagado de cerezos —el primero creado en un jardín público estadounidense—.
El mundialmente famoso Keukenhof de Países Bajos alberga coloridos jardines llenos de tulipanes, narcisos y jacintos, entre otras flores, que reciben cada año la visita de miles de personas. No en vano, es conocido como el jardín de Europa.
Kenrokuen forma, junto con Korakuen y Kairakuen, la terna de jardines más bellos de Japón, según los propios nipones. Árboles, plantas, lagos y puentes dispuestos siguiendo las líneas del diseño oriental deslumbran a todo el que los visita.
Públicos y privados
Pero no hace falta irse tan lejos para deleitarse con un buen jardín. El Retiro en Madrid, los Jardines del Generalife en La Alhambra (Granada), el Parque Labordeta (Zaragoza), el Parque Güell en Barcelona o los Jardines de La Granja en Segovia, son algunos de majestuosos vergeles que podemos visitar en nuestra geografía.
A nivel particular, también existen preciosos jardines que enaltecen las propiedades a las que pertenecen. Como los de esta lujosa y única casona situada en La Rioja. Con una extensión de más de 6.000 m2, sus jardines gozan de un diseño espectacular e innumerables árboles autóctonos.
Esta singular casa histórica, situada en la provincia de Valladolid, fue en su día lugar de veraneo del filósofo Ortega y Gasset. El antiguo propietario era arquitecto y trabajó junto con un paisajista para conseguir un impresionante jardín ornamental que incluye césped, flores y árboles centenarios.
A escasos minutos del centro de Madrid, encontramos una extraordinaria casa de campo con 60 hectáreas de finca. Un espectacular enclave de aires toscanos, en el que poder disfrutar de un bucólico jardín con rosales y peonías y de un variopinto arbolado (castaños, encinas, quejigos, olmos...).
En Sigüenza (Guadalajara), esta encantadora propiedad, situada en pleno casco histórico, incluye dos viviendas, un amplio patio interior y un precioso jardín con un espacio cubierto, perfecto para las celebraciones con amigos.
Esta finca de ensueño es un oasis escondido en el Parque Natural de la Sierra de Guadarrama, a solo 30 km de Madrid. La casa principal está rodeada por un espectacular jardín en dos niveles. La finca incluye una segunda vivienda con su propio jardín independiente.